Creo que nunca pude conocerte, que hubiese sido la chica más feliz del mundo si te hubiese tenido a mi lado, quizá la hija más feliz del mundo. Sé que era lo que tú querías, pero hasta lo más difícil tiene solución, o eso me solían decir. A veces cierro los ojos e imagino que estas ahí, y entonces, acurrucada en la cama, anhelando que fueses tú, quien me acurrucara y me tapara con las suaves sábanas de mi cama, puedo descansar y soñar con cosas bonitas, como te habría gustado. Sólo tengo una foto tuya y el recuerdo de las explicaciones. Quiero ver tu sonrisa, ver tus ojos de color marrón, o quiza negro como el carbón. Quiero abrazarte aunque sea la última vez, saber que se siente al tocarte, al apoyar mi cabeza en tu pecho y decirte que te quiero. Sé que en el fondo estás a mi lado cuando te necesito, aunque no te pueda ver, sé que en el fondo me escuchas cuando lloro y te llamo, y no vienes, y sigo llamándote, pidiéndote que estés conmigo, que me dejes verte aunque sea un momento, pidiéndote que me beses en la mejilla y sentir tus labios finos o gruesos. Quiero hacer un puzzle contigo, que me ayudes a encajar las piezas que en realidad no encajan, quiero que me acompañes y me cojas de la mano como si todavía fuese una niña pequeña. Intento pensar que quizá si hubieses seguido aquí no habrías sido feliz, pero no puedo evitar pensar en creer que habría sido perfecto. Quiero llamarte y escuchar tu voz, aunque sea tararear una pequeña melodía. Quiero verte y no en una foto, quiero saber que estaré protegida porque tú estarás, como buen padre que tienes que ser, porque sé, que lo hubieses sido. Quiero darte las gracias porque sé que la hiciste feliz, y que lo sigues haciendo, aunque ya no estés aquí.
Sé que debes de odiar cuando me ves llorar, pero no lo puedo evitar, quizá sea egoísta llorar por desear que te hubieses quedado, pero necesito quererte y tenerte cerca.