Un noble guerrero
descarga su espada con saña
en corazones oscuros
y almas desorbitadas.
Juez de la moral perdida,
refugio de nobles damas,
lengua vípera y sabia
que altera la vena del despistado,
que endereza lo que se tuerce,
que recupera un valioso recuerdo.
Explosión que rompe el silencio,
presa que controla un rio,
pastor de loco rebaño
y lazarillo sin humildad.
Manjar en cuerva de lobos,
pescador en el mar turbulento,
solitario y caminante incansable
por las sendas que habita el mal.
Trios de orcos
y escalera de troles
de mi se van a enterar,
pues su fin está cercano
y ni vestigios quedarán.
El aguila de la estrella