Este soneto se le dedico, con todo respeto y cariño, a todas aquellas personas, que por su indigencia tienden al agua sus sueños.
Abre el sueño a su vida la ventana
la esperanza, a sus bienes de mejora.
Y la parca insoluble seductora
a sus cuerpos la vieja se engalana.
Al agua de los mares va la anciana
a fundirse en desgracia sin demora,
no perdona su ilusión tentadora,
paraiso de fértil verde grana.
Ilusiones henchidas de amargura
en las olas coronan su ventura
deportada a una quietud serena.
La miseria, su identidad, y el cielo
destino, vehemente que en su vuelo
marchitan a los astros de su pena.