Era una música de manos sueltas
en un jardín de nombres olvidados...
Mi corazón sonaba.
Sin embargo
eras tú quien tocabas
con tus manos aladas
de pétalos intensos de jazmín.
Era una clara noche
de estrellas armoniosas
en un parque de esencias perfumadas
y tú venías...
a convertirme en otro
más perfecto, más puro
con tu sonrisa azul como un destello
iluminando el alma de las cosas.
Y yo... te preguntaba
y respondías tú
con esta misma música
que ahora tocan mis manos en silencio.
Música...
cuyo nombre no sé, pero que invade
llenándome de sangre el corazón.
Yo no sé
si era tal vez
eso que nunca acaba,
que nos espera eterno tras la muerte...
o acaso tú ¿Cómo puedo saberlo?
¿Cuál es la diferencia
de un cielo y otro cielo?
Mientras, yo sigo aquí con mis preguntas
sin saberme o saberte,
si son mis manos las que tocan música
o eres tú, como siempre,
la que mueve mis versos,
la que viene de lejos
convertida en espuma a mis arenas...