A veces pienso que pueda cambiar. No duermo pensando si debo o no compartir con él el milagro que llevo dentro. Todas las decisiones hasta hoy tomadas se cubren de insignificancia. Todas las puertas se le cierran. Todas las bocas que me quieren dicen un NO. Contundente, alto, claro.
He buscado mil respuestas a la misma pregunta, cientos de perspectivas y todas auguran catástrofe.
Lo último que deseo en mi vida es tener parte en que mi bebé sea infeliz. Me acechan las dudas. Me vuelvo volantín.
Hay que tener tanto al hablarme, porque escribe lo más profundo de mí, lo más interior, lo más sincero; el terciopelo.
Busco la alternativa correcta, el bienestar, la buena elección y aunque tengo grandes pistas por mis consultas, osadas consultas, reiteradas consultas que llevan siempre al mismo puerto; la negación.
Aún tengo dudas.