Foro / Pareja

Mas que una amiga

Última respuesta: 11 de enero de 2016 a las 1:43
A
an0N_846339499z
10/1/16 a las :24

Era una fría tarde de invierno, y como otro día cualquiera acababa de llegar de la Universidad a mi piso de estudiante. A mis 18 años, vivía allí sola. Había tenido que marcharme de mi ciudad para poder estudiar la carrera que a mí me gustaba y hacía ya 6 meses de eso.
A pesar de ser una chica simpática y algo atractiva no había conseguido entablar amistad con ningún chico de la facultad, pues todos se fijaban únicamente en mis grandes pechos y eso me tenía bastante acomplejada, hasta el punto en el que me había planteado dejar de salir tan a menudo con mi grupo de amigos habitual.
Hacía tiempo que había conocido a un amiga bastante mayor que yo, de 45 años llamada Clara. Nos conocimos por casualidad en una charla impartida en mi Universidad a la que asistimos las dos y terminamos sentándonos juntas. Compartíamos muchos intereses en común. Para mí, era como mi hermana mayor, mi mejor amiga. Me sentía muy a gusto con ella y muy comprendida. Por lo que ella me contaba, sentía lo mismo conmigo. Quedábamos casi cada día por la tarde después de que yo saliera de clase y ella del trabajo e íbamos a tomar un café o algo y charlábamos. Nos contábamos todo, absolutamente todo con toda confianza. Ella ya sabía todo sobre mi vida, y yo también sobre la suya. Vivía sola en un apartamento cerca del centro. Había tenido pareja, pero las cosas no le habían ido bien y lo habían dejado hacía ya unos 7 años. Desde entonces no había vuelto a estar con nadie.
Como ya he dicho antes, era un viernes por la tarde. Hacía bastante frío y ya era bastante oscuro. Esa noche una parte de mi grupo de amistades iban a salir. Me habían invitado a ir con ellos pero yo lo había rechazado poniendo como excusa que no me encontraba bien. Realmente no era eso lo que me sucedía. Todos los que iban a ir, iban a hacerlo acompañados de sus respectivas parejas. Yo estaba cansada de estar sola y pasaba de sentirme una molestia en medio de tanta gente. Aquello me entristecía bastante. Mientras iba caminando por la calle, saqué mi teléfono móvil y llamé a Clara. Necesitaba contarle de mis problemas a alguien. Como de costumbre, quedamos para vernos en la cafetería en que lo hacíamos habitualmente. Me apresuré para llegar a tiempo, ya que el último autobús ya había pasado y no tenía demasiadas ganas de esperar en la calle quieta con el frío que hacía, así que fui caminando. Una vez llegué a la cafetería, Clara me estaba esperando sentada en una de las mesas. Me saludó con la mano y yo me fui hacía ella. Nada más verla me fijé en el modelito que llevaba. Hay que decir que es una mujer bella, con un cuerpo bonito y que aparenta menos edad de la que tiene. No suele maquillarse demasiado, solamente los ojos pero suele vestir bastante bien, siempre con zapatos de tacón y ropa combinada. El gusto por la ropa era algo que compartíamos. Ese día iba algo más maquillada y llevaba un precioso vestido azul eléctrico, ajustado y con una americana negra. Estaba preciosa.
Ella notó que yo la miraba, me sonrió y me dijo:
-¡Pero siéntate pequeña! No se si me miras porque estoy guapa o porqué me queda muy mal el vestido jajaja
Tenía la costumbre de llamarme pequeña, le hacía gracia. Yo solté una carcajada y le respondí:
-Puedes estar tranquila, el vestido te queda estupendo. ¿A que se debe este look hoy?
Me contó que había tenido reunión con sus jefes y por eso se había arreglado tanto.
Después de haber tomado café, haber charlado durante un rato y haberle contado todas mis penas, me propuso ir a su casa a cenar esa noche para no quedarme yo sola y animarme un poco. Yo no sabía que decir. Había estado en su casa otras veces, pero nunca por la noche y me preocupaba la forma de volver a mi casa. Me dijo que no me preocupase y que ya me llevaría ella después, y bromeó sobre si podía quedarme a dormir en su casa. Tampoco sería tan mala idea, su apartamento es mil veces mas acogedor que mi humilde piso de estudiante.
Al llegar allí, preparó algo rápido para cenar y nos sentamos en la mesa. Me trató genial, poniendo como excusa que yo era su invitada. La verdad es que aprecio tanto a Clara por su amabilidad, su lealtad, su dulzura. Es una chica encantadora con la que es prácticamente imposible llevarse mal. Durante la cena, no se porque, no pude evitar fijarme en su belleza. Una belleza natural, marcada no solamente por su físico del cual destacaba su hermosa melena con mechones en diferentes todos de rubio, sus grandes ojos grises, y su figura; sino que también iba acompañada de su adorable carácter capaz de sacarle una sonrisa a cualquiera.
Después de la cena nos sentamos las dos en el sofá. Yo estaba pensativa, pues seguía deprimida por el hecho de sentirme tan sola y además verme alejada de mi familia. No pude evitar derramar un par de lágrimas. Al ver como me venía abajo, no dudó ni un instante en abrazarme. Me rodeó con sus brazos y me dio un beso en la mejilla.
-No voy a dejarte sola nunca, te lo prometo. Para mí eres mi niña.
-Menos mal que te tengo a ti Clara. No se que haría si no estuvieras a mi lado.
No quería que se acabase ese momento. Me sentía protegida y calmada mientras estaba entre sus brazos. No entendía lo que me estaba pasando. De repente, Clara había pasado a ser para mí algo mas que una amiga. Cuando me dejó de abrazar, no pude evitar mirarla fijamente. Me sonrió. Observé aquella perfecta sonrisa y seguidamente clavé mis ojos en los suyos. Tenían un brillo especial. Me sentí desorientada, dudando de si aquella situación era real o estaba soñando. Acto seguido, sin saber como, acerqué mi cara lentamente hacía la suya para así, rozar suavemente nuestros labios. Fueron solamente unos segundos. Segundos en los cuales sentí como si el tiempo se congelara. Un montón de pensamientos fugaces pasaron por mi cabeza. Pude sentir toda su dulzura en mí. De repente, volví en si y retiré con suavidad pero a la vez con rapidez mis labios de los suyos, temiendo a su reacción. Me miró confusa. Creí que saldría corriendo y me pediría que me marchase. No lo hizo.
Pasó su mano por detrás de mi cabeza, me acercó a ella y comenzó a besarme. Al principio lo hizo con suavidad, acariciando mis labios contra los suyos, me mordió suavemente el labio inferior, para terminar con un apasionado beso en el que nuestras lenguas se encontraron.
Pasamos así un rato, besándonos y acariciándonos como si no hubiese mañana. No dijimos nada, las palabras sobraban. Cada vez mas cerca la una de la otra, rozando nuestros cuerpos en busca de pasión. De repente, Clara me tomó de la mano, hizo que nos levantásemos y me condujo a su habitación. Ahí supe que eso iba a llegar a algo mas de lo que yo esperaba. Lo estaba deseando.
Me tumbó en la cama colocándose ella a mi lado mientras se desabrochaba el vestido. Yo me quité mi blusa y quedamos las dos en sujetador. Continuamos con nuestro juego de besos y caricias ahora con menos ropa. Comencé a poner mi mano sobre su cintura para así subir hasta sus pechos. Estaba deseando tenerlos en mis manos y acariciarlos. Al hacerlo, ella me hizo lo mismo y ambas nos desabrochamos el sujetador la una a la otra para así poder acariciárnoslos de forma directa. Al besarnos, nuestros grandes pechos se rozaban, pudiendo sentir así sus pezones contra los míos. Después de esto, Clara comenzó a besarme el cuello y lentamente fue bajando hasta llegar a mis pechos. Los besó y lamió durante un rato y me mordisqueó con suavidad los pezones. Era la mejor sensación que había sentido nunca. Ahora me tocaba a mí. Comencé a masajear sus pechos entre mis manos mientras la besé en el cuello. Estaba como loca por llevármelos a la boca, y así lo hice. Lamí sus pezones con la punta de mi lengua para terminar besándolos con toda mi boca. Podía oír como suspiraba.
Entre mas besos y caricias comenzamos a retirarnos lo que nos quedaba de ropa, y cuando me di cuenta ya estábamos las dos totalmente desnudas. Pude contemplar su preciosa figura. Si con ropa ya era bella, sin ella lo era todavía mas. Acaricié todas y cada una de sus perfectas curvas y ella comenzó a hacer lo mismo conmigo. Entonces, como por un pequeño impulso, bajé mi mano hasta su sexo, mientras la miraba fijamente a los ojos. Con mis dedos, palpé sus suaves labios vaginales para después masajear su clítoris. Eso hizo que soltara un gemido. Me encantó, no podía creer que aquello fuera real, que aquello que tanto había soñado sin querer reconocerlo estaba pasando. Clara bajó también su mano a mi sexo y comenzó a hacerme a mi lo mismo. Solo con el roce de sus dedos contra mi vulva mi excitación aumentó, y tuve el primer orgasmo. Esto hizo que se me escapase un pequeño gemido, y ella lo notó enseguida. Le gustó. Me miró a los ojos, me sonrió y las dos continuamos masturbándonos la una a la otra hasta que entre besos, suspiros y gemidos llegamos al orgasmo las dos a la vez. Pude notar como empapaba mi mano con sus jugos, cosa que antes me hubiese parecido repugnante, pero ahora no me importaba, todo lo contrario, me gustaba.
Nos miramos, intercambiamos una sonrisa y nos besamos, entrelazando nuestras lenguas. Clara me recostó en la cama, se puso delante de mí y me abrió las piernas. Ya supe lo que me iba a hacer. Estaba nerviosa, sentía como una mezcla de morbo y de vergüenza que en el fondo me producía placer. Con una mirada pícara, acercó su cara a mi sexo para comenzar a besar mi vagina. Lo hizo muy despacio. Subió un poco sus manos y tomó las mías. Eso me encantó, me sentí segura. Comenzó a lamer mi clítoris con la punta de su lengua y siguió con ligeros lametones por toda la zona. Fue aumentando el ritmo, y paralelamente yo fui aumentando mis gemidos. Ahora ella recorría todo mi sexo con su boca, lo besaba, lo lamía e introducía su lengua lo máximo que podía. Yo no aguantaba mas, iba a explotar. Sentí que ya llegaba, iba a correrme pero me daba muchísima vergüenza hacerlo en su boca. No pude mas, tuve un orgasmo que incluso hizo que temblase un poco. Me vine en toda su boca. Cubrí mi cara con mis manos por la vergüenza. Inmediatamente se acercó y las retiró con su mano.
-No seas tímida- y me besó.
Ahora tenía que devolverle yo el favor. La tumbé en la cama y ella abrió sus piernas. Era la primera vez que hacía eso, simplemente me dejé llevar. Me acerqué a su sexo lentamente, saqué y lengua y con la puntita comencé a lamer ligeramente su clítoris mientras clavaba mi inocente mirada en su carita de placer. Me excitaba ver que estaba así por mi culpa. Fui lamiendo todo su sexo hasta que terminé besándolo por completo, pasando mi lengua por allí donde podía haciéndola gemir, cada vez mas rápido hasta que dio un grito de placer y terminó en mi boca. Pude saborear sus jugos, sus dulces jugos.
Mientras Clara recuperaba el aliento me puse encima suyo. Me coloqué de tal manera en que nuestras vaginas rozaran y así comencé a moverme lentamente, para ir subiendo el ritmo poco a poco, hasta terminar cabalgando encima suyo como si un hubiese mañana. Las dos gemíamos, gemíamos y gritábamos. Me incliné hacia adelante para que nuestros pechos se encontrasen y poder besarla, besarla con pasión mientras abría la boca para gritar. Podía sentir su excitación, ya no aguantábamos mas y llegamos al orgasmo. Por lo visto, Clara quiso mas. Se incorporó, se puso delante de mí y entrelazó sus piernas con las mías. Quería hacer tijeras. Entonces, nuestros sexos se encontraron nuevamente, húmedos y sensibles, pero esta vez de un modo mas directo que antes. Clara comenzó a moverse sin parar y yo hice lo mismo. Ahora si que podía sentirla casi dentro de mí. Podía sentir su calor, su humedad, todo. La sensación era increíble. Nos movíamos sin parar, cada vez más rápido, gritábamos y gemíamos. Toda nuestra vergüenza se había esfumado, ahora ya éramos una.
-¡Fóllame! ¡Siiii, aaahhh!!!
Nunca había escuchado a Clara decir algo así, nunca. Eso me hizo explotar y comencé a moverme como nunca antes lo había hecho, sin vergüenza ninguna, abalanzándome sobre ella para besarla, lamerla, juguetear con su lengua en mi boca. Estábamos abrazadas, frotando nuestros sexos sin parar, éramos una.
-¡No pares por favor!- exclamé.
Ya no podíamos más, tanto placer era incontrolable. Las dos nos fundimos en un fuerte e intenso orgasmo. Nunca había sentido nada igual. Acto seguido, caímos rendidas sobre la cama.
Al día siguiente, desperté entre los brazos de Clara. La miré, abrió sus ojos y me sonrió.


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M
mastor15
10/1/16 a las 3:15

Wow
Tu relato está super... Que ha pasado después, has tenido mas encuentros ?

A
an0N_846339499z
10/1/16 a las 18:20
En respuesta a mastor15

Wow
Tu relato está super... Que ha pasado después, has tenido mas encuentros ?

Me alegra que te haya gustado!
El relato está basado en algo que me pasó de verdad, pero lógicamente lo he "adornado" un poco para que quede mejor en el momento de leerlo .
Pondré una segunda parte.

A
an0N_846339499z
10/1/16 a las 21:01

Gracias por responder!
Soy de Barcelona, pero ya no vivo ahí.
No se si poner la continuación en esta misma charla o abrir una nueva. ¿Que me recomendáis?

A
an0N_846339499z
11/1/16 a las 1:43

Mas que una amiga (ii)
Aquí dejo la continuación del relato. Como ya he dicho lo he basado en algo que me pasó de verdad, pero lo he adornado un poco. Se puede decir que la mujer que menciono en el relato y yo somos mas que amigas


Un paisaje gris. La tarde había caído y las primeras gotas de lluvia empezaban a presentarse. Primero fueron suaves gotitas que caían lentamente, hasta que empezaron a acelerarse para convertirse en una lluvia continua que podía escucharse al impactar sobre los tejados de las casas. Yo me encontraba en mi piso, sentada en el marco de la ventana contemplando el húmedo paisaje de la ciudad bajo la lluvia mientras me fumaba un cigarro. No fumo, pero en los días como ese en los que me apetece quedarme en casa a veces me daba por fumarme uno. Soy una persona sana.
En el tiempo que llevaba viviendo sola en esa ciudad a causa de mis estudios me habían pasado bastantes cosas. Cosas las cuales me limitaba a quedarme para mí sola. Cuando llamaba a mi familia, les decía que todo normal, como siempre. No me gustaba contarles nada. Por mí cabeza, iban pasando todo tipo de recuerdos de esos meses. Mi sobresaliente en algunos exámenes, otros que no habían ido tan bien, las salidas con mis nuevos amigos, mis planes con ellos para algunos días, lugares de la zona donde vivíaetc. De todas esas cosas había una que me tenía mas pensativa. Clara.
Desde lo ocurrido hacía un tiempo, no había podido sacármela de la cabeza. Los siguientes días al incidente, todo transcurrió con normalidad. Seguimos viviendo cada una en su casa, con nuestras iguales pero diferentes vidas, y por supuesto habíamos vuelto a quedar. Lo que sucedió aquella noche no se había repetido. Los limitamos a seguir quedando alguna tarde para tomar un café y hablar. No solíamos sacar el tema. Cuando este surgía, siempre terminábamos diciendo que estuvo bien, que ambas lo necesitábamos e incluso intercambiamos algún pequeño beso en un par de ocasiones. No es nada de lo que haya que arrepentirse. Ya lo creo que no.
Ahora hacía ya unos 5 días que no nos veíamos un hablábamos. Hasta esa mañana. Me había llamado para pedirme si podíamos vernos un rato para hablar de algo, y que como no hacía muy buen día sería mejor ir a casa de una de las dos. En ese momento me ofrecí voluntaria para poner el lugar de encuentro. No se el motivo pero no me apetecía estar en su apartamento. No tenía ganas de ponerme a recordar aquel magnífico encuentro y desviar demasiado mis pensamientos.
Llevaba todo el día pensando en que llegara la tarde y eso me tenía un poco nerviosa. De repente sonó mi teléfono móvil. Observé la pantalla y leí un mensaje de Clara. Llego en 10 minutos. Rápidamente, tiré mi cigarrillo, cerré la ventana que tenía abierta para ventilar y me puse a recoger un poco la pequeña sala de estar. Después me senté en el sofá y esperé hasta que ella llegase.
Sonó el timbre. Sin responder, abrí la puerta de la calle. Esperé unos minutos y sonó el timbre de mi puerta. Respiré hondo, y abrí. Allí estaba Clara. La preciosa Clara. Como siempre, iba vestida de una forma impecable. Un bonito jersey de punto de un tono grisáceo con unos pantalones oscuros acompañados (como no) de unos preciosos zapatos de tacón, y encima un abrigo por encima de la rodilla de color oscuro. Yo, me había limitado a ponerme una camiseta de manga larga un poco ajustada de color rosa palo y unos vaqueros estrechos. Dejando a un lado mis pensamientos, la invité a pasar. Cerré la puerta, se quitó su abrigo y le di un beso en la mejilla. No tuve impulso para hacer nada mas, algo me frenaba.
Le ofrecí tomar algo, pero me dijo que no quería nada. Nos sentamos las dos en el sofá, un sofá bastante amplio pero no tan bonito ni cómodo como el que tenía ella en su casa. No sabía que decir, me quedé callada y esperé a que ella hablara.
La conversación fue bastante normal. Hablamos sobre lo que habíamos estado haciendo estos días, lo ocupadas que estábamos cada una, sobre cuando llegarán las vacaciones, si iré a visitar a mi familia Hasta que llegó el punto clave de conversación. Ahí nos poníamos las dos algo tensas. Las conclusiones fueron las de siempre, no hay arrepentimiento de lo sucedido. Esta vez añadí algo.
-Necesitaba un cambio en mi vida.
-Lo siento Lo siento mucho, perdóname- dijo ella.
-¿Cómo?
-No quería hacerlo.
Me quedé mirándola. No entendía nada de aquello.
-Tú eres muy joven. Mereces tener una vida. No soy la persona adecuada.
-¿Qué estás diciendo Clara? Lo que pasó pasó, y no podemos cambiarlo.
-Yo no puedo cambiarlo Pero tú sí, tú aún estás a tiempo
Me desorienté un poco. Me enfurecí. Tampoco me había dicho ninguna barbaridad pero me sentí molesta.
-Mejor márchate. No me siento bien- le dije
Intentó abrazarme. Me eché a un lado del sofá y me quedé contemplando la nada. Ni siquiera escuché lo que me decía. Mi mente se había quedado totalmente en blanco. Puso su mano sobre la mía, la cual yacía encima de mi rodilla. Noté como su calor se extendía encima de mi fría mano. Estaba helada. No hice nada. No quería hacer nada. Simplemente seguir allí inmóvil. Esos segundos se me hicieron eternos. Pensé y pensé. Pensé en la nada.
De repente, esa espiral sin sentido atrapado en mi cabeza se rompió por completo. Sentí la húmeda punta de su lengua pasar por el lóbulo de mi oreja. Seguí quieta. Sus dientes mordisquearon mi cartílago suavemente, sin hacer daño, produciendo un ligero masaje.
-No me arrepiento- me susurró al oído.
Y nos besamos. Un beso largo y dulce, como solo ella sabe hacerlo. Sintiendo el roce de nuestros labios y jugenteando con nuestras lenguas. Me estremecí al volver a probar aquellos labios. Separamos las bocas por un instante. Nos miramos sin apenas separar nuestras caras. Ambas podíamos sentir nuestras respiraciones. Pasé mi mano por su mejilla y fui hasta detrás de su cabeza, para así acercarla nuevamente hacía mí. Queríamos mas. Nuestros labios juntos de nuevo, las lenguas de cada una dentro de la boca de la otra, me encantaba que me mordiera los labios. Se quitó su jersey, quedando en camiseta. Nos acariciamos, nos abrazamos, yo la rodeé con mis brazos para así acercarla hacía mí. Quería sentirla cerca, su cuerpo contra el mío. Ese juego de besos y caricias era algo que nos enloquecía, nos hacía pensar en lo que iba a pasar.
Introdujo sus manos por debajo de mi camiseta, acariciando mi espalda mientras seguíamos comiéndonos la boca. Me subió la camiseta y me acarició los pechos por encima del sujetador sin despegar nuestros labios. Con un gesto rápido, me quité mi camiseta y procedí a quitarle la suya. Los besos seguían, los abrazos, el roce de nuestras pieles ahora ardiendo era incontrolable. No pude más, y desabroché su sujetador. Tenía otra vez ante mí aquellos preciosos pechos de tamaño perfecto, los cuales no pude evitar acariciar para después llevarme a la boca. Los besé, lamí, mordí. Ella suspiraba, y apretaba mi cabeza contra ellos para que no parase. Mientras me quitó el sujetador. Lo aparté a un lado, y la besé mientras me abracé a ella como si quisiera traspasarla, consiguiendo que nuestros pechos se encontrasen para frotarlos unos contra los otros. Me incorporé un poco, y me puse delante de ella, encima suyo, quedando la una enfrente de la otra. Me sonrió y colocó su cabeza entre mis dos pechos mientras puso sus manos en mis nalgas acercándome a ella. Me mordisqueó los pezones y me besó y lamió los pechos ansiosamente, pero con cariño y suavidad. No quería que parase, me encantaba sentir su lengua sobre esa zona. Bajé mi mano acariciando su vientre, y la introduje dentro de su pantalón y sus braguitas para poder acariciarle allí abajo. Estaba húmeda, muy húmeda. Comencé a jugar con su clítoris mientras me besaba los pechos, para terminar besándola con pasión. Antes de que alcanzara el éxtasis, retiré mi mano. La desnudé del todo, y me puse arrodillada delante suyo. Nos miramos a los ojos e intercambiamos una pícara sonrisa. Lentamente, abrí sus piernas. Acerqué mi cara poco a poco, y besé sus labios vaginales con dulzura, como si se tratase de su boca. Este suave beso en su sexo hizo que gimiera, y que todo su cuerpo temblase un poco. Pude sentir en mi boca la humedad de sus flujos. Seguí besando sus partes, hasta que saqué un poquito la lengua. Lamí lentamente su clítoris y lo besé. Comencé a introducir mi lengua por donde podía y a besarle por todo. Cada vez más rápido, haciéndola gemir y suspirar sin parar. Yo seguía, nuevamente, ella sujetaba mi cabeza acercándola a su sexo, para que no parase. Entonces gritó, gritó de placer y se fundió en un orgasmo que la hizo temblar. No dudé en mantener allí mi boca. Se vino en ella y eso me encantó.
Hizo que me levantase, me besó y me tumbó en el sofá. Ahora le tocaba actuar a ella. Me desnudó completamente, abrió mis piernas y lentamente comenzó a besar mi sexo. Lamió mi clítoris con la punta de su lengua, para seguir besándolo. Entonces paró. Me acarició los labios vaginales suavemente mientras se puso un poco encima de mí para besarme. Comenzó a tocar mi clítoris con un dedo, a masajearlo sin parar mientras me besaba y mordisqueaba uno de mis pechos. Movía sus dedos con rapidez sobre mi vagina, sin introducirlos dentro. No era necesario. Cada vez iba mas rápido, y su boca seguía lamiendo mis pechos sin parar. No aguanté, iba a gritar. No pude evitar cerrar los ojos y poner una expresión de placer, abrí mi boca y grité y en ese momento Clara se abalanzó sobre mí para besarme, aún teniendo la boca abierta. Tomé su mano y la apreté contra mi sexo, mientras me corría de placer y sentía como ella jugueteaba con mi lengua en su boca. Toda su mano quedó llena de mis jugos, y para sorpresa mía, al separar su mano de mí, la llevó a su boca para lamer sus dedos. A la vez que morboso, me pareció bonito.
Ahora, las dos sabíamos como continuar. Entrelazamos nuestras piernas, y suavemente iniciamos una placentera y húmeda tijera. Las dos nos movíamos despacio, mirándonos fijamente a los ojos mientras suspirábamos y gemíamos no muy alto. Nos cogimos de las manos. Otra vez me invadió aquella sensación de seguridad que sentí la primera vez. Me encantaba, volvía a sentirla formar parte de mí, podía sentir su calor en mi cuerpo. Seguimos rozando nuestros sexos, ahora un poco mas rápido, más intenso. Nuestras respiraciones se aceleraron, nuestros gemidos aumentaron. Otra vez, aquello estaba perdiendo el control. El placer era increíble, la sensación era única. Nos frotábamos la una contra la otra como si no hubiese mañana, nos abrazábamos y besábamos como podíamos, sin interrumpir aquel continuo roce.
-Sigue por favor, házmelo- me dijo Clara.
Esto hizo que el ritmo aumentase. La rodeé con mis brazos y la acerqué a mí. Comencé a besarla en el cuello mientras las dos gemíamos. No quería que aquello terminase. Clara estaba a mil, podía sentirlo. Sin dejar de frotarnos, me tumbó y se puso encima de mí, para cabalgarme. Se inclinó hacía mí hasta que juntó nuestros pechos, y comenzó a moverse, a frotarse entera contra mi cuerpo. La abracé, la abracé y moví mis caderas para seguir el roce de nuestros sexos ya empapados. Ahora todo era una locura. Besos, caricias, roces. No podíamos mas, íbamos a llegar. Nos movíamos sin parar y gritábamos del placer.
-¡Clara quiero ser tuyaaa por favor, quiero ser tuyaaaaaa!
Esto la enloqueció. Abrazó mi cuerpo contra el suyo, y me besó apasionadamente mientras tuvimos un increíble orgasmo que nos hizo gemir bastante fuerte, temblar y estremecernos.
Las dos nos tumbamos en el sofá, rendidas, agotadas, satisfechas. Clara extendió sus brazos y me acurruqué en ellos, mientras me daba besos en mi mejilla y me acariciaba. La miré a los ojos y me susurró:
-Eres mía mi niñaTe quiero.
Y me besó.
FIN

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