Relato

Un día cualquiera de mi vida (relato)
Cogí la botella de Bacardi y le dí uno de mis habituales tragos, largo y profundo. Ya había amanecido hacía unas horas, pero hasta este momento no había conseguido incorporarme. Me duché de cuerpo entero a excepción de los ojos, que ya estaban suficientemente llorosos. Rellené mi vaso con un señor chorro de ron mientras planchaba mi traje de chaqueta y falda. La raya diplomática me quedó torcida y la ropa brillaba como papel charol.
Saqué de la nevera el periódico del día anterior y lo leí mientras desayunaba un par de huevos. Ya podrían ser de quién yo dijera, pensé. Me reí y desde entonces tengo agujetas en los labios. Me puse las botas y cogí el abrigo doblado por los puños para ocultar los lamparones. En la calle no había más que lluvia almacenada y mi Mercedes color paja. Me maquillé ante el retrovisor y sentí que la piel de mi cara tenía la tersura del bacalao en sal.
Era lunes. En la radio un par de contertulios cagaban por la boca. Encendí un cigarrillo y fumé.
Me paré ante el semáforo en rojo, tiré de la palanca del freno de mano y cogí la agenda de la guantera. Era del año 90. Desde entonces no había necesitado cambiarla. La abrí y vi que me esperaba un largo día por delante. Llegué demasiado tarde al trabajo para que le importara a nadie. Pasaron trece horas y regresé a casa. Me puse las zapatillas y le di la comida al gato. Yo cené sus sobras.
Acababa de morir otro día cualquiera de mi vida.